Etiquetas

lunes, 19 de noviembre de 2012

La Realidad: Material o Espiritual


El compromiso conceptual acerca de lo espiritual y de lo material no sería tal, si el pecado original, que siempre nos acompaña, no fuese tan pernicioso para nuestra vida cultural. El error y la mentira, que disuelven la sociedad humana, generan penosas confusiones que conducen a nuevos y más graves desaciertos. A pesar de todo, seguimos guardando la esperanza de conocer la verdad, porque el ser y la verdad son convertibles. Sin embargo, servir a la verdad y serle fiel, exige sabiduría y humildad.
La mayor dificultad en el camino del saber, no está en la coherente naturaleza de lo creado sino en su conflictiva coexistencia con el hombre, siempre interpuesto entre el mundo natural que acuna la verdad y el mundo humano que depende de su descubrimiento. Por tanto, determinar la verdad y el error acerca de lo material y lo espiritual, exige asumir nuestra condición de sujetos comprometidos con el mundo sensible, que nos acuna y con el mundo espiritual, desde el cual juzgamos y valoramos ambas dimensiones.
En primer lugar, en el mundo material lo determinado no puede ser razón de lo diverso, luego la materia es sólo un principio pasivo de individuación numeral de aquello que la diversifica formalmente, sea como estructura funcional, en el mundo físico, sea como función estructural, en el mundo biológico. Luego, la forma es principio de diversidad substancial o accidental de lo homogéneo y la diversidad del mundo sensible, se funda en la definición formal de lo material. Esto explica porqué nunca existió el caos sino el cosmos, ya que sólo se desordena lo que es diverso.
En segundo lugar, la confusión de lo real con lo material tiene su punto de partida en la falsa reducción de lo real al acontecer sensible. De esta forma, no sólo quedan fuera del horizonte intelectual las preguntas acerca de lo espiritual, sino también las preguntas fundamentales acerca del origen, naturaleza y sentido de aquello que es y además, acontece sensiblemente. A partir de esa situación, es lógico esperar que, para muchos, lo real y lo sensible resulten ser la misma cosa. Más todavía, si el pensamiento científico no se libera del lenguaje vulgar y utiliza sus mismos términos, sólo sirve para acentuar los mismos errores y equivocidades.
La respuesta a tanta injusticia conceptual es relativamente sencilla. En primer lugar, irreal es lo absurdo o contradictorio, porque no es ni puede ser. Lo concreto existe o puede existir fuera de mi mente, lo abstracto existe o puede existir sólo en mi mente. Lo material es aquello que tiene dimensión sensible, lo espiritual es aquello que no tiene dimensión sensible. El concepto que define una realidad concreta, material o espiritual, es de orden abstracto y una ciencia, como sistema conceptual, es una realidad abstracta. Dios es realidad concreta, de orden espiritual, pero el concepto que tenemos de Él es abstracto. Un hombre es una realidad concreta de orden espiritual y material. De esta forma, una realidad material es aquella que está afectada por razones lógicas, llamadas físicas por los efectos que producen y una realidad espiritual es aquella que no está afectada por leyes físicas.
En el mundo material podemos incluir al hombre, pero el hombre es aquel modo de ser que vive en su intimidad y desde ella, asume su acto de naturaleza. Según su naturaleza el hombre tiene dimensión física, dimensión biológica y definición racional. En virtud de esa definición racional, el hombre es un sujeto en intimidad reflexiva, realidad concreta que lleva el título de persona.
En el mundo espiritual podemos incluir todas las formas o espíritus puros, que admiten composición metafísica de esencia y ser, pero no tienen composición física de materia y forma. En nuestro lenguaje vulgar los llamamos ángeles. En este orden, nada impide afirmar que el hombre, por la naturaleza espiritual de su alma, se instale en los límites del mundo espiritual y gracias a esta situación, pueda aspirar a un destino trascendente, ordenando su tiempo histórico a la ineludible y comprometida vocación de ser en el Ser.
Según lo dicho, queda clara la diversidad de lo existente en la unidad de la Creación, toda vez que lo material y lo espiritual no son mundos opuestos ni separados sino distintos, con un título universal que es la contingencia, es decir, el don gratuito de una creación inmerecida. En ambos casos estamos hablando de una diversidad ordenada, existencia  real, concreta, espiritual y material, que mantiene la jerarquía, en su admirable diversidad. De esta manera queda clausurado el error de confundir lo real con lo concreto y lo concreto con lo material.

No hay comentarios:

Publicar un comentario